Por: Luis Rey Néquiz
La filosofía política
de cambio que pregonan los partidos políticos en el poder, el PAN y el PRI, y que
constituye en su conjunto un cuerpo de pensamiento coherente y cuidadosamente desarrollado, por los individuos de convicción para
fortalecer movimientos populares y que a través de éstos podrían asumir al
poder absoluto, justificable en una democracia simulada y dirigible.
Benito Mussolini |
Sus llamadas
doctrinas filosóficas de democracia y de cambio, son mosaicos de viejos
prejuicios, reunidos sin tener en cuenta la verdad ni la coherencia, para
apelar no a propósitos comunes sino a miedos
y odios comunes contra sus más acérrimos enemigos del PAN y PRI gobierno, sin importarles las condiciones
adversas por la que atraviesa el país y
la sociedad civil, que cada día se suma a la pobreza extrema y a la violencia
sin freno,
El politólogo
Raúl Pérez Santillán establece que la filosofía política de Benito Mussolini,
el fascismo en Italia, y de Adolfo Hitler, el nacionalismo en Alemania, en los
años veinte y treinta, fueron auténticos movimientos populares que, momentáneamente,
despertaron una lealtad fanática en miles de italianos y alemanes y hasta en
sus dirigentes máximos, obviamente cínicos, con engaños de sí mismo y de los
demás, lograron ascender al poder absoluto.
En México el
PAN y el PRI comparten el mismo despliegue ideológico para hacerse de poder a través de la mentira. En esta realidad los movimientos se parecen en aspectos
importantes, para justificar su vínculo utilizan a la simulada democracia para
relevarse el poder.
partidos, con casaca del fascismo arcico, sostienen ser socialistas y
nacionalista, pero ambos partidos políticos surgieron por coalición de ideas y
principios doctrinarios de la “farsa” democracia entre un PAN que afirmaba ser
nacionalista, sólo conjuga los intereses de la burguesía capitalista y el
clero, y otro, el PRI que se dice fiel interprete de un nacionalismo de masas,
partido violentamente antidemocrático y antinacionalista.
Santillán estima que “como en las caserías de brujas, el fascismo y el
nacionalsocialista, aquí el PAN y PRI, son ejemplos lamentables de la histeria
que, en tiempos de desmoralización, puede eliminar de la políticia tanto la
inteligencia la razón, para dar paso al autoritarismo obtuso.
Pedro Joaqín Coldwell |
No hay duda
alguna de que estos modelos políticos se produjeron y no existe ninguna
garantía en la actualidad de que no pueda volver a suceder para hacerse de
poder, los partidos políticos en México crecen al amparo de la irracionalidad
para desarrollarse en forma degenerada, cínica y metafóricamente, para ser más
radicales y sin propuestas de cambio democrático, social, político y
económicamente a favor del país y de los mexicanos.
la razón
no es oscura, dice “la idea de un partido al mismo tiempo nacional y
constitucional es lo bastante simple como para ser obvia , se trata del
sentimiento único con atractivo universal con la afirmación radical y popular,
bajo estos principios el PAN y el PRI, al menos nominalmente, sostienen su
lucha para neutralizar la atracción de los partido del estado hacia el poder
absoluto”.
Al igual que
el fascismo, los partidos políticos del PAN y PRI, buscan sus espacios de poder
y desarrollar todos sus recursos cooperativamente, sin las pérdidas y las
fricciones de la luchas de clases y con una distribución “justa” del producto
entre capital y trabajo. Asimismo, implementan estrategias que podrían atraer a
los pequeños comerciantes y empleados con salarios altos, de igual forma podría
arraigarse su ideología partidista entre el movimiento obrero organizado, por
una parte y las grandes finanzas, por otra parte.
analista
político, determina que a esos aspecto se suma la novedosa atracción de los
grandes industriales y hombres de negocios, deseosos de librarse de una presión
efectiva por parte de los trabajadores y la necesidad del apoyo gubernamental
para sus aventuras comerciales en el extranjero.
economista,
Pérez Santillán precisa que la estrategia de los partidos políticos Acción
Nacional y el Revolucionario Institucional, determinaron como arma de presión y
justificación democrática implantar la doctrina del fascimso, ser y principio
de la forma exaltada de idealismo en contraste con el sistema absoluto de la
plutocracia en México.
Los partidos políticos PAN y PRI, por medio de sus dirigentes
nacionales, califican al liberalismo de plutocrático, egoísta y antipatriótico.
En su quehacer
político, el PAN y el PRI, al igual que Benito Mussolini en Italia y Adolfo
Hitler en Alemania, tiene que calificar su desprecio a la libertad, la
igualdad, la democracia y la felicidad sólo contemplada como la afirmación al
servicio, la devoción y la disciplina, también fieles dragamán del fascismo en
México interpretan al internacionalismo con la cobardía y la falta de honor
para condenar, naturalmente, a la democracia parlamentaria por inútil, débil y
decadente.
La pretensión
fascista de poseer la penetración del genio político y la pretensión
nacionalista-socialista de contar con
los sanos instintos de la pureza social, sin tener ninguna relación lógica
servían a los mismo intereses donde las sociedades destruidas por la guerra, la
depresión y la inflación eran llamadas sentimentales tendientes a someterse a
los intereses privados y a la tarea de construir la fuerza nacional dependiente
del capitalismo. Así, los panistas y priístas siguen por la misma línea de la
descomposición social.
Raúl Pérez,
apunta que el fascismo y el nacionalsocialismo fueron gobiernos bélicos y
economías bélicas establecidas, no como medidas para resolver una emergencia
nacional, sino como sistemas políticos permanentes y autoritarios, régimen que
pretenden implementar en México los dirigentes del PAN y PRI. Tal es el caso
del “corral de la ignominia” en el Senado de la República y en el Congreso de la
Unión.
Explica que
“el intento de unificar a toda la población de la nación, con mensajes y slogan
de cambio, suprimiendo toda rivalidad entre grupos e intereses y de movilizar
todos los recursos humanos, financieros y materiales del país, detrás del
control del poder y sus cambios, PAN y PRI, conducen, dada las circunstancias,
en una sola dirección y la única condición que suprime los bienes sociales y
económicos divergentes de una nación moderna, para ellos es la preparación para
la guerra social. Tal es el caso de la guerra contra el crimen organizado,
donde se involucra al clero, a los partidos de oposición y a la población.
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