miércoles, 1 de agosto de 2012

La televisión mexicana



Funciona bajo el síndrome del fecalismo visual

Empresas enajenantes, retardatarias  y manipuladoras  

Por: Gabino Villalba G.

El funcionamiento de la radio y la televisión en nuestro país, lejos de fomentar los genuinos valores nacionales, crea una generación completa bajo el símbolo del fecalismo visual. En su ya muy largo acontecer, ¿o muy corto?, la humanidad ha buscado siempre, ya a través de la comunicación romper definitivamente las barreras del aislamiento. Desde las rupestres pinturas, lenguaje del ayer, hasta la televisión planetaria del hoy, el hombre ha buscado perfilar su ser y sembrar su hacer.
Ya nuestros antepasados habían descubierto en el Amatl el instrumento preciso para plasmar la imagen de su devenir; la palabra de sus dioses, el curso del tiempo, el poder de la naturaleza y el canto vigoroso y vibrante de sus grandes poetas.
En la geografía de lo que iba a ser la Nación Mexicana, resuenan los caracoles marinos, los sonoras maderas de los tepanaxtles y nos parece descubrir todavía, al sumergirnos en la Historia, las huellas de los painanis, primeros rotulados de veredas transeúntes de los caminos del entendimiento, mensajeros del drama cotidiano, augures del milagro.
Los últimos acontecimientos en la vida nacional, la innegable presencia de la mayoría; el inequívoco sentimiento de que ahora sí es posible lo imposible, nos llevan a redimensionar los espacios democráticos y a fortalecer el gran frente para el rescate de nuestros valores culturales, de nuestro ser nacional.
Estamos conscientes de que nuestra época se encuentra estrechamente vinculada con los avances del conocimiento científico y con los grandes logros de la tecnología. Pero también estamos muy conscientes de que la ciencia y la técnica, si no están al servicio de los grandes valores humanos, no son sino nuevas formas de sometimiento, de esclavitud, de degradación creciente.
De igual manera, estamos convencidos de que los medios de radiodifusión, si se utilizan como vehículo de instrucción, información, cultura y esparcimiento, diversión creativa, pueden impulsar, ¡y en qué forma!, el desarrollo armónico de la sociedad o pueden, al contrario, retrasarlo, estancarlo, disminuirlo, si se emplean para manipular, alinear, condicionar tendenciosamente la acción diaria de los grandes grupos sociales.
La radiodifusión debe cumplir con la función social de servir al pueblo, mediante la realización de tres tareas fundamentales; la informativa, la cultural y la recreativa, de tal manera que contribuyan al mejoramiento de las mejores y más solidarias formas de convivencia humana.
Ningún medio de comunicación, de difusión, en la Historia, ha abierto tantas y tan vastas posibilidades para extender el mensaje del espíritu humano, como lo ofrecen hacer la radio y la televisión. Es cosa común y corriente ya no sólo oír, sino también ver, en el instante mismo en que sucede lo que acontece en cualquier lugar de la tierra. En la “aldea global” ningún país nos es lejano, ningún hombre extraño.
Se percibe que no haya un viraje entre los medios de comunicación y la sociedad, si que se pueda calibrar exactamente la amplitud y profundidad de ese viraje. Bajo esta temática realizan una función chatarra.
En el número 54 (Noviembre-Diciembre de 1983), la Revista Estrategia realiza un notable estudio sobre la importancia del Frente Cultural y la relevancia ideológica de los medios masivos de comunicación. “La cultura es una fuente de lucha y como tal exige organización, comprensión y elevación del nivel político”.
El funcionamiento de estos mecanismos (de manipulación) se hace evidente en la cultura de masas, impuesta en lugar de la auténtica cultura. El menosprecio por los genuinos valores nacionales y por la creación popular no es gratuito. Estos narcóticos sociales conducen a la inercia paralizan la capacidad crítica y limitan enormemente la acción.
La penetración imperialista en una forma de genocidio cultural, aunque ésta se ejerce con mayor virulencia  ahí donde los medios más útiles no cumplen su contenido. “Es ahora, cuando la palabra y la imagen deben externar su capacidad de persuasión, su poder de reclutamiento de las fuerzas creadores, su lucidez para convencer y convencernos”.
El siglo XZX, entre otras características, podrá ser reconocido como el Siglo de la radiodifusión, el siglo del hombre “tele-espectador”, conviene meditar en las palabras que, citadas por Cazenueve, pronunció el rector de la Universidad de Chicago; “Veo que se acercan tiempos en que, por efecto de la televisión, el pueblo norteamericano ya no sabrá leer ni escribir y llevará una vida comparable a la de los animales”. Lo mismo sucede en nuestro país.
Una generación completa se ha formado bajo el síndrome del fecalismo visual. En el curriculum del joven de hoy; debemos acreditar, un mínimo de cinco mil horas de televisión, con no menos de cuarenta mil anuncios comerciales vistos y oídos, con esa sabiduría podemos estar seguros, pero muy seguros, de construir para todos.
Mientras el gobierno es enajenista y concesionario de la manipulación del pueblo para que no piense viendo televisión, sin importarle que nuestros valores culturales se pierdan y puedan ser más críticos para la construcción de un Estado más sólido para todos.
A pesar de que los especialistas examinan la capacidad persuasiva, de penetración  e influencia de los medios de comunicación electrónicos son parte del poder en México y obstaculizan una presentación objetiva hasta considerar al televidente como un retrasado mental.

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