Funciona bajo el síndrome del fecalismo
visual
Empresas enajenantes,
retardatarias y manipuladoras
Por: Gabino Villalba G.
El funcionamiento de la radio
y la televisión en nuestro país, lejos de fomentar los genuinos valores nacionales,
crea una generación completa bajo el símbolo del fecalismo visual. En su ya muy
largo acontecer, ¿o muy corto?, la humanidad ha buscado siempre, ya a través de
la comunicación romper definitivamente las barreras del aislamiento. Desde las
rupestres pinturas, lenguaje del ayer, hasta la televisión planetaria del hoy,
el hombre ha buscado perfilar su ser y sembrar su hacer.
Ya nuestros antepasados habían
descubierto en el Amatl el instrumento preciso para plasmar la imagen de su
devenir; la palabra de sus dioses, el curso del tiempo, el poder de la
naturaleza y el canto vigoroso y vibrante de sus grandes poetas.
En la geografía de lo que iba
a ser la Nación Mexicana, resuenan los caracoles marinos, los sonoras maderas
de los tepanaxtles y nos parece descubrir todavía, al sumergirnos en la
Historia, las huellas de los painanis, primeros rotulados de veredas
transeúntes de los caminos del entendimiento, mensajeros del drama cotidiano,
augures del milagro.
Los últimos acontecimientos en
la vida nacional, la innegable presencia de la mayoría; el inequívoco
sentimiento de que ahora sí es posible lo imposible, nos llevan a redimensionar
los espacios democráticos y a fortalecer el gran frente para el rescate de
nuestros valores culturales, de nuestro ser nacional.
Estamos conscientes de que
nuestra época se encuentra estrechamente vinculada con los avances del
conocimiento científico y con los grandes logros de la tecnología. Pero también
estamos muy conscientes de que la ciencia y la técnica, si no están al servicio
de los grandes valores humanos, no son sino nuevas formas de sometimiento, de
esclavitud, de degradación creciente.
De igual manera, estamos
convencidos de que los medios de radiodifusión, si se utilizan como vehículo de
instrucción, información, cultura y esparcimiento, diversión creativa, pueden
impulsar, ¡y en qué forma!, el desarrollo armónico de la sociedad o pueden, al
contrario, retrasarlo, estancarlo, disminuirlo, si se emplean para manipular,
alinear, condicionar tendenciosamente la acción diaria de los grandes grupos
sociales.
La radiodifusión debe cumplir
con la función social de servir al pueblo, mediante la realización de tres
tareas fundamentales; la informativa, la cultural y la recreativa, de tal
manera que contribuyan al mejoramiento de las mejores y más solidarias formas
de convivencia humana.
Ningún medio de comunicación,
de difusión, en la Historia, ha abierto tantas y tan vastas posibilidades para
extender el mensaje del espíritu humano, como lo ofrecen hacer la radio y la
televisión. Es cosa común y corriente ya no sólo oír, sino también ver, en el
instante mismo en que sucede lo que acontece en cualquier lugar de la tierra.
En la “aldea global” ningún país nos es lejano, ningún hombre extraño.
Se percibe que no haya un
viraje entre los medios de comunicación y la sociedad, si que se pueda calibrar
exactamente la amplitud y profundidad de ese viraje. Bajo esta temática
realizan una función chatarra.
En el número 54
(Noviembre-Diciembre de 1983), la Revista Estrategia realiza un notable estudio
sobre la importancia del Frente Cultural y la relevancia ideológica de los
medios masivos de comunicación. “La cultura es una fuente de lucha y como tal
exige organización, comprensión y elevación del nivel político”.
El funcionamiento de estos
mecanismos (de manipulación) se hace evidente en la cultura de masas, impuesta
en lugar de la auténtica cultura. El menosprecio por los genuinos valores
nacionales y por la creación popular no es gratuito. Estos narcóticos sociales
conducen a la inercia paralizan la capacidad crítica y limitan enormemente la
acción.
La penetración imperialista en
una forma de genocidio cultural, aunque ésta se ejerce con mayor
virulencia ahí donde los medios más
útiles no cumplen su contenido. “Es ahora, cuando la palabra y la imagen deben
externar su capacidad de persuasión, su poder de reclutamiento de las fuerzas
creadores, su lucidez para convencer y convencernos”.
El siglo XZX, entre otras
características, podrá ser reconocido como el Siglo de la radiodifusión, el
siglo del hombre “tele-espectador”, conviene meditar en las palabras que,
citadas por Cazenueve, pronunció el rector de la Universidad de Chicago; “Veo
que se acercan tiempos en que, por efecto de la televisión, el pueblo
norteamericano ya no sabrá leer ni escribir y llevará una vida comparable a la
de los animales”. Lo mismo sucede en nuestro país.
Una generación completa se ha
formado bajo el síndrome del fecalismo visual. En el curriculum del joven de
hoy; debemos acreditar, un mínimo de cinco mil horas de televisión, con no
menos de cuarenta mil anuncios comerciales vistos y oídos, con esa sabiduría
podemos estar seguros, pero muy seguros, de construir para todos.
Mientras el gobierno es
enajenista y concesionario de la manipulación del pueblo para que no piense
viendo televisión, sin importarle que nuestros valores culturales se pierdan y
puedan ser más críticos para la construcción de un Estado más sólido para
todos.
A pesar de que los
especialistas examinan la capacidad persuasiva, de penetración e influencia de los medios de comunicación
electrónicos son parte del poder en México y obstaculizan una presentación
objetiva hasta considerar al televidente como un retrasado mental.
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