* Propio de psicópatas y nefastos gobernantes
* Los partidos políticos son parte de
un esquema de la ambición personal
Por: Rey Néquiz Villalba
La neocultura política
que practican los partidos políticos en México, tienen definido su rumbo y su ética
corrupta como catálogo de la ambición personal. No sólo por los personajes
típicos de la política recientes o lejanos, sino por su actitud individualista
para hacerse de poder y en la medida que
sea, bajo el fraude electoral y la imposición autoritaria.
En México no es
exclusivo del PRI, el poder político es el que más ambiciones acapara y en
todas sus formas, tanto pequeñas e insignificantes. La realidad nos demuestra
que el cacique en su investidura –regional o central del país -, se padece en
el relato de crueldades diarias, reducto enloquecido por la codicia y el
desprecio a la vida.
La figura obscura del
mandamás, el jefe político, se hace rodear de pistoleros que husmean, vigilan,
estrechan, secuestran, violan, asedian, matan y roban para mantener mansa y
doblegada a la clientela con que cuentan y hasta amenazada a los rivales. El
gobernante ya cacique, sea de cualquier instituto político presta o regala dinero,
es servil y disciplinado con quien lo sostiene y virtud que lo transforma en
eslabón en la cadena de la mentira del eje de su gobierno y sistema político al
que pertenece.
Los políticos del PRI,
PRD, PAN y los partidos satélites (PVEM, MC, PT
y PANAL) con poder definen la postura ridícula del presidente de la República,
gobernador, senador, diputado federal y
estatal, secretarios de estado, alcaldes, síndicos, regidores y empleados de
ventanilla, la prepotencia del motociclista de tránsito y del patrullero
asaltante y perdona vidas, el despotismo del mediquito del seguro social, la
agresividad del chofer de influyente y del guarura empistolado. Y de allí para
arriba, desde un director de empresa o el diputado con la credencial
prefabricada por un amigazo o compadre y cualquier funcionario con poder.
Pero, a pesar de que en
1988 el pueblo de México encontró en el cardenismo por medio del Frente Democrático
Nacional, una esperanza para librarse de los signos ominosos de arbitrariedad y
violencia priísta, ganó la presidencia de la República, varios estados y
municipios, el sistema financiero mundial, la plutocracia en el poder y
políticos mafiosos, a través del fraude electoral impusieron en la presidencia
a un psicópata criminal del PRI, llamado Carlos Salinas de Gortari.
El gobierno del PRI que
duró más de 70 años en el poder, luego de perderlo en las urnas con el PAN en
el 2000, con una represión inaudita y con la protección al narcotráfico, desvío
criminal del erario, venta de empresas del estado, fraudes millonarios como el
fobaproa, asesinato de políticos del mismo PRI y del PRD, utilización de
recursos públicos para financiar campañas políticas a favor del tricolor,
provocación de crisis económicas e impulsar una política social contra el
pueblo de México que todavía se debate entre la pobreza extrema.
En su libro
“Exaltaciones de Ineptitudes”, Rafael Ruiz da Herrell da a conocer una visión
crítica de lo que es el presidencialismo mexicano y de la forma como los
gobernantes se enfrentan constantemente al fenómeno de poder. En donde el
mexicano demuestra su modo y el ser cacique como un afán desesperado de su
autoafirmación ante una posible derrota y de ser un don nadie”.
Al desaparecer del FDN e
instaurarse como partido político el PRD y lograr el ascenso de poder y administrativo
en el Distrito Federal, en algunos estados de la República y en municipios más
importantes, entre ellos en la entidad mexiquense –región zona oriente-
demostró ser intolerante, prepotente y autoritario con todas las infamias posibles
de arbitrariedad contra los pueblos agobiados por el poder.
De acuerdo con lo que
vierte Ruiz Herrell la institución del PRD guarda una lejana reminiscencia de
trato; “pueblo y virreyes”. La moral de los perredistas contiene una figura de
vanidad y de codicia con mando, como el
desaforado narcisismo y la ambición de dominio sobre los demás y que el pueblo se
vea obligado a adoptar una actitud sumisa, por un lado, y de admiración, por el
otro lado.
Por su parte, los
dirigentes del PAN al asumir al poder presidencial en el año 2000 y entregarlo
al PRI, por medio de otro fraude electoral, en diciembre del 2012. Tanto
Vicente Fox y Felipe Calderón implementaron una política de continuidad del
liberalismo social perverso que provocó la falta de empleo, el incremento de
productos y de la canasta básica, la inseguridad pública, una guerra sin
cuartel contra las bandas del crimen organizado y que deja un saldo de más de
100 mil muertos, el debilitamiento de
una democracia al impulsar el regreso del PRI a los pinos y fomentar un fraude
escandaloso con la utilización de recursos públicos en la compra de votos.
En los individuos
mediocres, dirigentes políticos y gobernantes, y su enfermedad del poder salta a la vista en su
angustia y el estallido de júbilo tras asumir el poder. Desde entonces caen en
una trampa que provoca el desajuste mental. Su despersonalización se incrementa
con la cumbre enloquecida de las furiosas adhesiones, los interminables
aplausos, los discursos apasionados y las luces cegadas de su vanidad. Como lo
señala el Historiador, Samuel Maynez, durante su exposición “esa enfermedad llamada del cáncer y del gran
poder”.
Para el sociólogo y
psiquiatra, José Ingenieros en su obra “El hombre Mediocre”, dice que “la psicología
de los hombres mediocres caracterizase por un rasgo común: la incapacidad de
concebir una perfección y de tomarse un ideal”. Asimismo, los define como
“rutinarios, deshonestos y autoritarios, piensan con la cabeza de los demás,
comparten la agenda de hipocresía moral y ajustan su carácter a las
domesticidades convencionales”.
“Están fuera de su
órbita el ingenio, la virtud y la dignidad, privilegios de los caracteres
excelentes; sufren de ellos y los desdeñan”. En estos nuevos tiempos coyunturales
“democrático”, sostiene José Ingenieros en su obra de diagnóstico psíquico “los
hombres mediocres son ciegos para las auroras, ignoran la quimería del artista,
el sueño del sabio y la pasión del apóstol”.
El tres veces aspirante
a la presidencia de la República y fracasado jefe del gobierno del Distrito
Federal, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano -mercader y traidor del movimiento popular
que cimbró en 1988 al régimen de estado,
tras haber pactado con el usurpador de
la voluntad ciudadana (Carlos Salinas de Gortari) la entrega de 150 y 200
millones de viejos pesos cada mes-; su incondicional, “comadre” del hermano
incómodo de los Salinas y ex jefa del gobierno capitalino Rosario Robles
Berlanga; Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Amalia García, Dolores
Padierna, y un gran número de perredistas
que llegaron a probar las mieles que da el poder.
Los que también forman
parte de este esquema psicológico son los del PRI, PAN, PT, PVEM y del
PANAL, hombres dementes del pasado y
presente, “hoy enloquecen con pasión por hacerse de poder y a su maníaco
desprecio por las urgencias sociales”, asegura Maynez Puente, “deberíamos no
haber logrado salir del Porfiriato y de la postración política y económica en
la cual nos tenían sumergidos los priístas”.
Los hombres del poder en
México apuestan “al horror de lo desconocido que los ata a mil perjuicios,
tomándose timoratos, sinvergüenzas, nefastos, falsos, corruptos e indecisos;
nada aguijonea su curiosidad, carecen de iniciativa y miran siempre al pasado,
como si tuvieran los enormes ojos en la nuca”.
En este sentido, el
político, no importa a la institución que pertenezca, hace gala de una moral
mediocre y, “es muy fácil que un hombre –con tales características- se reponga
de un fracaso; es casi imposible que un hombre pequeño mediocre se ponga de un
triunfo”, así esté en el poder . Como los discípulos de Antonio López de Santa
Anna, del emperador Maximiliano, Porfirio Díaz, Gustavo Ordaz, del mesiánico
delirante Luis Echeverría, del asesino cruel y sacerdote de Satanás en México,
Carlos Salinas, del loquero del PAN Vicente Fox, del enano y beodo Felipe
Calderón y, quien lo relevará, un asno y pedazo de buey, un usurpador y
tramposo de nombre Enrique Peña Nieto.
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