domingo, 29 de julio de 2012

Opinión: La educación, libertad a la corrupción



  • Profesores de la SNTE más que burros unos analfabetas


Por: R. Uriel Néquiz

¿Porqué los maestros con integridad y conciencia ética son la grandeza de la salvación del país, mientras los corruptos y analfabetas son la vergüenza de la patria?
Tras ésta pregunta, los profesores al transmitir sus conocimientos  a la mayoría de los mexicanos son la guía, los responsables, el esfuerzo y los custodios de la libertad de México, en su defecto los culpables del atraso de los pueblos.
Ante la pérdida de esa responsabilidad de los mentores, adheridos al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), de ese gran espíritu, de calidad, vigor y valor de garantizar la educación del Estado, Alfonso Rojas Pérez Palacios en su ensayo “Educar para la Libertad” señala que “en la actualidad donde la designación del hombre y de sus instituciones, con métodos de corrupción en todos los ámbitos de la vida nacional, provoca la agonía no sólo de la educación pública en México sino de la propia democracia”.
El profesor en filosofía y letras explica “los resultados recientes que obtuvieron los maestros en un examen general de conocimientos, es la propia avergüenza del sistema educativo que ofrece el Estado y controlado por una mafia con siglas del SNTE, misma dirigida por una mujer que hasta por los poros exhibe su analfabetismo”.
El resultado tan aberrante de los encargados de impartir la educación, describe de manera sencilla y con gran profundidad lo que el pueblo de México recibe por parte de sus educadores en las aulas y al través de los medios de comunicación, no es una educación científica y cultural sino una subcultura democrática entre los partidos políticos que controla el destino de un país y condicionan lo que quieren para todo un pueblo – tales instituciones políticas velan por sus propios intereses personales y ambiciosos.
José Manuel Villalpando, sostiene en su libro La filosofía de la educación: “lo que se ensaña en México no es educar para la libertad”. Además, reconoce “que el 80 por ciento de los profesores de México se aparentas seguir la supremacía de los sentimientos  y de generar la opinión sobre la razón, sobre la enseñanza, el juicio, la reflexión y el decir”.
Bajo su analfabetismo y mediocridad, los maestros ligados a la mafia educacional que dirige Elba Esther Gordillo, arrastran a la mayoría de sus alumnos a no ser razonables, porque se integran de llenó a las campañas políticas para alcanzar algún espacio direccional de algún plantel, mientras los niños son abandonados a su suerte”.
Los maestros son en teoría los responsables y custodios de La Libertad y los que tiene la gran tarea de rescatar a México de un autoritarismo repartido entre los partidos políticos, pero en realidad son los culpables por involucrarse en sentimientos políticos,  en la corrupción, crímenes, impunidad, violencia, miseria, hambre, ignorancia y en la enfermedad que vive el pueblo de México.
Manuel Villalpando afirma que “el profesor no se improvisa, no se hace de pronto, requiere preparación y tiempo; porque a la vez escuchará su consejo y sabiduría, aprenderá  y asimilará con mayor celeridad la probidad moral e intelectual de su conducta y absorberá mucho más rápido para exigir el cumplimiento de sus derechos y a responder a sus deberes para con sus alumnos y familiares, además para con el Estado y para su Patria”.
Y en efecto, lo que define a los pueblos y a los hombres como una buena educación, es la calidad de su acción, el conjunto de los hechos que representa el valor permanente de la responsabilidad de los educadores. Así es como se debe de educar a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes, a las mujeres y a los hombres; impartir educación cívica, formarlos, integrarlos, estructurales su conciencia moral e incorporarlos a la cultura.
Precisamente, los resultados de las investigaciones siconeurobiológicas en Europa señalan que “la conciencia del hombre ha evolucionado, desde primitiva simple, muy pequeña, involuntaria y automática, hasta llegar a ser conciencia reflexiva, que se encamina a sí misma y que ve, sabe y advierte lo que ha de pasar y, por lo tanto, reacciona y dispone lo conveniente para atender a las necesidades y circunstancias previsibles”.
En México la conciencia de la mayoría de la población no ha evolucionado, ya que todavía se deja arrastrar por una subcultura de los maestros del país que se refleja en la holgazanería, la mediocridad y su falta de profesionalismo, filosofías sofistas de la educación que llevan al abismo al país y sus millones de habitantes.   
Para Paulo Freire, en su libro La Educación como práctica de la libertad explica “la alfabetización, y por consiguiente toda la tarea de educar, sólo es auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad nacional; en la medida en que le pierda el miedo a la libertad; en la medida en que pueda crear en el educado un proceso de la recreación, de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad.”
Por lo tanto, la educación en México debe de ser verdadera en la praxis, reflexión y acción del hombre comprometido con el cambio, en cuyo papel es fundamental el profesor, con nuevo programa educacional y que impulse una conciencia crítica en la sociedad.
   

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