Los malos y sinvergüenzas líderes políticos, son de la
peor calaña e “hijos” del diablo
Dirigentes religiosos secuaces del pecado
Por: Luis Rey N.
En la actualidad todo
gobernante que niega o rechaza a Elohim (Dios en Hebrero) actúa en realidad como representante de
Satanás y asiento de la maldad corrupta, porque este usa a las personas para
lograr sus propósitos malévolos de poder en el campo social, político,
económico, y – lo más grave aún – el religioso y espiritual para tratar de
encumbrar su imagen pública y engañar a la población.
Los individuos con poder
y que se conducen con criterio único de maldad, autoritarismo, falsedad,
ambición y vicios, comete pecado ante Elohim y se encuentra bajo el control de
Satanás, padre del pecado, la mentira, lo putrefacto y la corrupción.
De acuerdo con Ezequiel
(28.14-15), desde sus orígenes, Elohim creó a Lucifer para que fuera uno de sus
sirvientes principales. “Tú querubín grande, protector, yo te puse en el santo
monte de Elohim, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se
halló en ti maldad”.
Satanás fue creado por
el único y eterno Elohim verdadero, quien no tiene principio ni fin. Como ser
creado, estaba obligado a ofrecer veneración, alabanza y adoración al Creador.
El era perfecto en toda forma, era la personificación de la sabiduría y era de
suma belleza.
Lucifer presidía el
grupo entero de los ángeles. Era el asistente ejecutivo, posición esta que le
dio un poder impresionante, además actuaba como máximo mediador o jefe
intermediario. Recogía la adoración de todas partes del universo y la llevaba a
la presencia de Elohim.
Michael Youssef, en su
libro Conozca a su verdadero enemigo, asegura que “un abismo infranqueable
separa a la criatura de su Creador; en consecuencia, alentar la ambición de
reemplazar a Elohim fue para Lucifer no solo una blasfemia – y ambición - sino
algo completamente irracional”.
Mientras Isaías (14. 13)
asegura “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las
estrellas de Elohim, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré,
a los lados del norte; (14.14) sobre las alturas de la nubes subiré, y seré
semejante al Altísimo”.
Lucifer, padre del
pecado y la maldad, trató de igualarse con Elohim, desde este fatal error de
percepción emanan toda clase de motivaciones perniciosas: egolatría, orgullo y
falsa ambición. Se volvió orgulloso de su belleza, de su intelecto, de su
capacidad y de su talento, y falló en reconocer que todo lo que poseía era un
regalo de Elohim, y que sin Elohim no era nada, creyó que merecía adoración por
derecho propio.
En Ezequiel (28.17) se
lee, refiriéndose a Satanás, “se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura,
corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojé por
tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti”. Y de acuerdo con
Lucas (10.18), por eso Elohim lo expulsó y lo arrojó del cielo. Yahshúa (el Mesías en Hebreo y no Jesús) se refiere
a ese momento cuando dice: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo”.
Ezequiel (28.16 ) dice:
“A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad y
pecaste, por lo que yo te eché del monte de Elohim, y te arrojé de entre las
piedras de fuego, oh querubín protector”. A pesar de que Satanás gobierna a
este mundo con el pecado a través de la historia, Elohim es la fuente última y
definitiva de poder.
Todos los demás poderes
individuales o colectivos, religiosos o políticos, vienen de Elohim y son
delegados, al ejercerlo se debe de conducir con verticalidad, honestidad y
probidad. Sin embargo, los individuos con poder lo hacen con la imagen del
enemigo.
La mayoría de los
gobernantes, desde el presidente de la república, gobernador, senador,
diputado, secretario de estado, dirigente político, alcalde, regidor y
funcionario público, imponen como método de gobernar la mente criminal,
pecadora y corrupta de Satanás, a través del odio, la mentira, la traición, la
rebeldía, la amargura, la ambición, el vicio, los celos, la lujuria, la
codicia, la vergüenza y la brujería, con el objetivo de someter al pueblo y
robarse el erario.
Satanás ha erigido su
trono en los malvados, incrédulos e impíos. Este calificativo de “El Maligno”,
obra en ellos la maldad, habita en ellos y los hace infelices y eternamente
desdichados.
Dijo el Mesías a los impíos
e incrédulos – corruptos -: “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y de los
deseos de vuestro padre queréis cumplir. El homicida ha sido desde el principio,
y no permaneció en la verdad; porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira,
de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de la mentira” (Juan 8:44).
Por eso, el 99 por
cientos los individuos que conducen los gobiernos federal, estatal, municipal y
empleados en todos los niveles hacen todo lo malo, estafan, secuestran,
extorsionan, transan, roban, “asesinan” y corrompen las administraciones y la
aplicación de la justicia para someter al pueblo a sus caprichos e intereses
personales.
El apóstol Pablo enseña
que Satanás es dios en este siglo, estos es, de los hombres malvados e impíos,
quien han cegado su entendimiento para que no los alumbre la luz del evangelio
de la gloria de Yahshúa , el cual es la imagen de Elohim (II Cor. 4-4): “en los
cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que
no los resplandezca la luz del evangelio de la Gloria de Yahshúa, el cual es la
imagen de Elohim”. Por lo tanto, el no creer en el evangelio del Mesías resulta una
ceguera diabólica.
También declara el
apóstol Pablo que Satanás obra en los hijos de la desobediencia. Háyanse
muertos en sus delitos y pecados los impíos –corruptos gobernantes-, cuantos
viven conforme a la condición de este mundo, a merced del príncipe de la
potestad del aire (Efesios 2-2): “en los cuales anduvisteis en otro tiempo,
siguiendo la corriente de ese mundo, conforme al príncipe de la potestad del
aire, el espíritu que ahora opera en los hijos
de desobediencia”.
La corrupción
en líderes cristianos
Por su parte, Luciano
Jaramillo Cárdenas, en su libro Tentaciones, nuestro lado oscuro, sostiene: “La
trampa de líderes cristianos, se identifican y proclaman como los servidores de Elohim y de su pueblo, pero en la práctica absorben todo el poder, controlan
todos los mecanismos de decisión, y dominan por completo la institución, la
empresa o el grupo”.
Explica que “se adueñan
del mundo que les circunda, sobre el que han adquirido cierta autoridad de la
iglesia, parroquia o ministerio”. Así mismo, asegura que “la trampa en la que
caen estos líderes es la de creer que tener el poder conlleva siempre en
poseer, controlar la verdad y la falacia de todo esto es la de presentarse y
aun creerse que es un servidor, cuando en realidad se actúa como dominador,
para ejercer el control absoluto”.
Marcos (10. 42),
dice:”Más Yahshúa, llamándoles, les dijo sabéis que los que son tenidos por
gobernadores de las naciones se
enseñorean de ellos, y sus grandes ejercen sobre ella potestad”. También señala
en el versículo 43 “Pero no será así entre nosotros, si no el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”. Así mismo en el versículo
44 nos explica “y el que vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos”.
Como ustedes saben, los que se consideran
jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de
su autoridad. Pero entre ustedes no deben ser así. Al contrario, el que quiera
hacerse grande entre ustedes deberá ser un servidor, y el que quiera ser el
primero deberá ser esclavo de todos. “Porque el Hijo del hombre no vino para
ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate de muchos”. Marcos
10-45.
El apóstol Juan (2Juan
7) sostiene “porque muchos engañadores han salido por e mundo, que no confiesan
que Yahshúa ha venido en carne. Quien
esto hace es el engañador y el anticristo”. Es decir que el engañador, que
lleva embaucado con sus artimañas al mundo entero. En (1 Juan 5. 19) “Sabemos
que somos hijos de Elohim, y el mundo entero está bajo el maligno”, en este
sentido Satanás es el autor de la maldad, que peca desde el principio; el que
ha introducido en este mundo el pecado, y por medio de pecado la muerte. Así,
en (1 Juan 3. 8) nos dice: “el que practica el pecado es del diablo, porque el
diablo peca desde el principio. Para eso apareció el Hijo de Elohim, para
deshacer las obras del diablo”. Y los
individuos que gobiernan mal, desde cualquier trinchera, con una cultura de
corrupción obedecen al diablo.
El Corazón del
hombre corrupto taller de Satanás
“Engañoso es el corazón
más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías
17:9).“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida.”
(Proverbios 4:23).
“Bienaventurados los de
limpio corazón, porque ellos verán a Elohim” (Mateo 5:9.)
El espíritu moderno se
ríe del diablo como si fuera un mito y, niega lo mismo, su existencia y su
poder sobre los hombres; tampoco acepta las enseñanzas de la Palabra Santa
respecto al Mesías y la rendición por El efectuada
Es de constarse que el
espíritu moderno, no es de Elohim, sino de Satanás. Nos tiene, sin cuidado el que
éste opúsculo le complazca o deje de agradarle, porque los cristianos tomamos
por autoridad del Mesías y las doctrinas apostólicas y hallamos tan excelente
ésta base que no la cambiaríamos por ninguna idea de los tiempos actuales.
Con base en el folleto
traducido del francés y editado por Wurtburg por el grabador de la Universidad,
bajo el epígrafe: “Espejo espiritual de la conducta moral, en la cual toda
personas deseosa de alcanzar la salvación puede contemplarse a sí misma,
reconocer el estado de su alma y enderezar provechosamente sus pasos según las
enseñanzas que de él se desprenden”.
Así; Elohim tiene
establecido su reino en los creyentes y personas piadosas, morando en ellos
como su templo, en vivificar, purificar, santificar y bendiciéndoles por Su
poder divino de paz, de justicia, de gozo y de la vida Eterna. También, Satanás
ha erigido su trono en los malvados, incrédulos e impíos. Este calificativo de
“el Maligno”, obra en ellos la maldad, habitan en ellos y los hace infelices y
eternamente desdichados y autor de todo pecado y de la esclavitud espiritual.
Las enseñanzas del
evangelio de Yahshúa, en Mateo 13-25 nos dice; “pero mientras dormían los
hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue”. En este
sentido el enemigo que siembra cizaña en medio del trigo es el diablo, y se confirma en (Mateo 13:26): “Y cuando
salió la hierba y dio su fruto, entonces apareció la cizaña”. En tal
manera, la cizaña se hace manifiesta; no
podemos despreciarla, ni mucho menos negar su existencia; y ¿quién se atreverá
a afirmar que nadie la sembró?
El Mesías dijo a los impíos
e incrédulos: “Vosotros sois de vuestro
padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido
homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay
verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla: porque es mentiroso, y padre
de mentira” (Juan 8:44).
El apóstol Pablo asegura
en Efesios 6:12 que “porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales de maldades en las regiones celestiales”. Satanás es un príncipe, un potentado, un
espíritu que ejerce gran poder, adalid de las tinieblas de este mundo; y que
existen espíritus malignos en el espacio, contra los cuales no es preciso
pelar.
Considera el apóstol que
Satanás es dios en este siglo, esto es, de los hombres malvados e impíos, quien
han cegado su entendimiento para que no los alumbre la luz del evangelio de la
gloria de Yahshúa, el cual es la imagen de Elohim (II cor. 4:4). Por lo tanto, el
no creer en el evangelio del Mesías resulta ser una ceguera diabólica.
En Efesios 2:2, Pablo
establece que Satanás obra en los hijos
de la desobediencia, y que se hállanse muertos en sus delitos y pecados los
impío, cuando viven conforme a la condición de este mundo, a merced del
príncipe de la potestad del aire.
Así mismo, el apóstol
Pedro (1Pedro 5:8); “Sed sobrio, velad; porque nuestro adversario el diablo,
como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar”, y advierte que
Satanás es el adversario de los fieles y piadosos, sus enemigos y tentador, que
nunca descansa para atrapar a la gente y convertirla en malévola. (l Pedro 5:9)
nos convoca “al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismo
padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”.
El apóstol Juan califica
al engañador, que lleva embaucado con sus artimañas al mundo entero (2 Juan 7;
l Juan 5:19). Es el autor de la maldad, que peca desde el principio; el que ha
introducido en este mundo el pecado, y por medio del pecado la muerte (l Juan
3:8).
El apóstol Santiago
emite el mensaje a los cristianos la señalar que “resistid al diablo y de
vosotros huirá” (Santiago 4:7).
Así, Jesús dio potestad
a Sus discípulos de echar fuera demonios, dotándolos de una fuerza que superaba
a la del enemigo (Mateo 10:1; Lucas 9:1); y en la epístola a los Efesios 6:13,
el apóstol Pablo indica la armadura de Dios junto con las armas ofensivas y
defensivas mediante las cuales debemos luchar contra el diablo, y las cuales nos
permiten resistirle y apagar todos los dardos encendidos del maligno espíritu
(Efesios 6:16).
En este sentido, el
autor del folleto sostiene que la doctrina de Yahshúa y de sus apóstoles no le
cabe duda de que el corazón humano es templo de Elohim o bien es taller de
Satanás, en otros términos; así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
viven y obran en los creyentes, Satanás reside en los impíos y los domina para
hacer el mal.
En Corintios (6:9), la
Palabra Santa expone: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Elohim? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones”. En el versículo 10 “ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los
estafadores, heredarán el reino de Elohim”. De las funestas consecuencias y la
paga del pecado, que son la espada, el juicio y la muerte, y que ira y enojo,
tribulación y angustia; todo ser humano que hace lo malo (Romanos 2:8,9) serán
enemigos de la verdad Evangélica.
En el Evangelio de
Efesios se explica claramente que en el rostro vese dibujada la ligereza o
frivolidad que no se inquieta por causa del pecado, que no tiene nada de
ilícito, sino que regala con cuanto puede antojársele a un corazón depravado y
se entrega a una vida disipada sin para miente en Elohim, en la eternidad y en el
juicio.
En tal corazón de maldad
impera Satanás junto con su séquito, que son siete pecados radicales
simbolizados por los siete animales.
El pavo real cuya larga
cola de plumas con cambiantes de oro y azul se extiende en rueda, supera a
todas las demás aves en orgullo y gracia, o a causa de riqueza, hermosura o
altos puestos de honor, representa la soberbia, pecado que, debido a ciertos
méritos, talentos todos, los cuales son favores inmerecidos de Elohim, induce a
tantas personas a complacerse en sí mismo y envanecerse como si fuesen mejores
que sus semejantes, y a tener en poco, depreciar y oprimir a los demás.
El macho cabrío, animal
hediondo y lascivo, es imagen de la concupiscencia y de toda suerte de
impurezas, mientras que el cerdo es símbolo de la intemperancia, dula,
embriaguez y relajación.
El sapo, batracio que se
alimenta de inmundicias, figura a la avaricia que impulsa a los hombres a
codiciar con afán insaciable los bienes terrenales.
La serpiente que,
envidiando la felicidad de nuestros primeros padres, los engaño y sedujo, es
imagen fiel de la envidia, de la malignidad y de la falsedad.
El cero, conocido por su
apetito desenfrenado e insaciable que come de todo, es figura del glotón que
como con exceso y desordenadamente.
El tigre, una de las
bestias más feroces y crueles, representa la ira y malicia que mueven a los
hombres a cometer hechos característicos de tan feroces animales.
La tortuga, que se
arrastra lentamente, recuerda la ociosidad y tibieza, vicios que privan al
hombre de todo celo y de toda inclinación al bien.
Tal es el estado
horroroso y lamentable del pecador que vive con arreglo y sujeción al espíritu
que domina el siglo. ¡Oh, cuántos viven con aparente seguridad en esta
miserable condición, como si no les amenazara peligro alguno! Pasan por
cristianos, pero en verdad son siervos del pecado, esclavos de Lucifer,
teniendo nombres de vivientes, están muertos. Como se explica en (Apocalipsis
3:1): “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete
espíritus de Dio, y las siete estrellas
me dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, estás
muerto”.
Si descubres en ti la
maldad, arrepiéntete de ella. No te entregues a la desesperación, sino
confiésalo ingenuamente y vuélvete a Yahshúa. El es tu Salvador, lo mismo que él
de otros; ha venido a este mundo para salvarte a ti y ampararte, deseoso de
destruir las obras del diablo, de rescatarte del poder de aquel tirano y
trasladarte a Su reino, el reino del amado Hijo de Elohim. Así, (Col.1:13) afirma
“el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino
de su amado Hijo”. Él puede infundir fuerzas para que dejes de ser súbdito de
Satanás y siervo del pecado. Él puede, Mesías Yahshúa, ponerte en libertad y
cuando Él te liberta, eres verdaderamente libre. Busca con todo tu corazón al
verdadero Hijo de Elohim, Mesías Yahshúa.
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