jueves, 27 de septiembre de 2012

Gobernantes corruptos, huestes de Satanás


Los malos y sinvergüenzas líderes políticos, son de la peor calaña e “hijos” del diablo 

Dirigentes religiosos secuaces del pecado

Por: Luis Rey N.
En la actualidad todo gobernante que niega o rechaza a Elohim (Dios en Hebrero) actúa en realidad como representante de Satanás y asiento de la maldad corrupta, porque este usa a las personas para lograr sus propósitos malévolos de poder en el campo social, político, económico, y – lo más grave aún – el religioso y espiritual para tratar de encumbrar su imagen pública y engañar a la población.
Los individuos con poder y que se conducen con criterio único de maldad, autoritarismo, falsedad, ambición y vicios, comete pecado ante Elohim y se encuentra bajo el control de Satanás, padre del pecado, la mentira, lo putrefacto y la corrupción.
De acuerdo con Ezequiel (28.14-15), desde sus orígenes, Elohim creó a Lucifer para que fuera uno de sus sirvientes principales. “Tú querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Elohim, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”.
Satanás fue creado por el único y eterno Elohim verdadero, quien no tiene principio ni fin. Como ser creado, estaba obligado a ofrecer veneración, alabanza y adoración al Creador. El era perfecto en toda forma, era la personificación de la sabiduría y era de suma belleza.
Lucifer presidía el grupo entero de los ángeles. Era el asistente ejecutivo, posición esta que le dio un poder impresionante, además actuaba como máximo mediador o jefe intermediario. Recogía la adoración de todas partes del universo y la llevaba a la presencia de Elohim.
Michael Youssef, en su libro Conozca a su verdadero enemigo, asegura que “un abismo infranqueable separa a la criatura de su Creador; en consecuencia, alentar la ambición de reemplazar a Elohim fue para Lucifer no solo una blasfemia – y ambición - sino algo completamente irracional”.

Mientras Isaías (14. 13) asegura “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Elohim, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; (14.14) sobre las alturas de la nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”.
Lucifer, padre del pecado y la maldad, trató de igualarse con Elohim, desde este fatal error de percepción emanan toda clase de motivaciones perniciosas: egolatría, orgullo y falsa ambición. Se volvió orgulloso de su belleza, de su intelecto, de su capacidad y de su talento, y falló en reconocer que todo lo que poseía era un regalo de Elohim, y que sin Elohim no era nada, creyó que merecía adoración por derecho propio.
En Ezequiel (28.17) se lee, refiriéndose a Satanás, “se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor, corrompiste tu sabiduría  a causa de tu esplendor; yo te arrojé por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti”. Y de acuerdo con Lucas (10.18), por eso Elohim lo expulsó y lo arrojó del cielo. Yahshúa (el Mesías en Hebreo y no Jesús)  se refiere a ese momento cuando dice: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo”.
Ezequiel (28.16 ) dice: “A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad y pecaste, por lo que yo te eché del monte de Elohim, y te arrojé de entre las piedras de fuego, oh querubín protector”. A pesar de que Satanás gobierna a este mundo con el pecado a través de la historia, Elohim es la fuente última y definitiva de poder.
Todos los demás poderes individuales o colectivos, religiosos o políticos, vienen de Elohim y son delegados, al ejercerlo se debe de conducir con verticalidad, honestidad y probidad. Sin embargo, los individuos con poder lo hacen con la imagen del enemigo.
La mayoría de los gobernantes, desde el presidente de la república, gobernador, senador, diputado, secretario de estado, dirigente político, alcalde, regidor y funcionario público, imponen como método de gobernar la mente criminal, pecadora y corrupta de Satanás, a través del odio, la mentira, la traición, la rebeldía, la amargura, la ambición, el vicio, los celos, la lujuria, la codicia, la vergüenza y la brujería, con el objetivo de someter al pueblo y robarse el erario.
Satanás ha erigido su trono en los malvados, incrédulos e impíos. Este calificativo de “El Maligno”, obra en ellos la maldad, habita en ellos y los hace infelices y eternamente desdichados.
Dijo el Mesías a los impíos e incrédulos – corruptos -: “Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y de los deseos de vuestro padre queréis cumplir. El homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad; porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de la mentira” (Juan 8:44).
Por eso, el 99 por cientos los individuos que conducen los gobiernos federal, estatal, municipal y empleados en todos los niveles hacen todo lo malo, estafan, secuestran, extorsionan, transan, roban, “asesinan” y corrompen las administraciones y la aplicación de la justicia para someter al pueblo a sus caprichos e intereses personales.
El apóstol Pablo enseña que Satanás es dios en este siglo, estos es, de los hombres malvados e impíos, quien han cegado su entendimiento para que no los alumbre la luz del evangelio de la gloria de Yahshúa , el cual es la imagen de Elohim (II Cor. 4-4): “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no los resplandezca la luz del evangelio de la Gloria de Yahshúa, el cual es la imagen de Elohim”. Por lo tanto, el no creer en el evangelio del Mesías resulta una ceguera diabólica.
También declara el apóstol Pablo que Satanás obra en los hijos de la desobediencia. Háyanse muertos en sus delitos y pecados los impíos –corruptos gobernantes-, cuantos viven conforme a la condición de este mundo, a merced del príncipe de la potestad del aire (Efesios 2-2): “en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de ese mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos  de desobediencia”.    
 
La corrupción en líderes cristianos
 
Por su parte, Luciano Jaramillo Cárdenas, en su libro Tentaciones, nuestro lado oscuro, sostiene: “La trampa de líderes cristianos, se identifican y proclaman como los servidores de Elohim y de su pueblo, pero en la práctica absorben todo el poder, controlan todos los mecanismos de decisión, y dominan por completo la institución, la empresa o el grupo”.
Explica que “se adueñan del mundo que les circunda, sobre el que han adquirido cierta autoridad de la iglesia, parroquia o ministerio”. Así mismo, asegura que “la trampa en la que caen estos líderes es la de creer que tener el poder conlleva siempre en poseer, controlar la verdad y la falacia de todo esto es la de presentarse y aun creerse que es un servidor, cuando en realidad se actúa como dominador, para ejercer el control absoluto”.
Marcos (10. 42), dice:”Más Yahshúa, llamándoles, les dijo sabéis que los que son tenidos por gobernadores  de las naciones se enseñorean de ellos, y sus grandes ejercen sobre ella potestad”. También señala en el versículo 43 “Pero no será así entre nosotros, si no el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”. Así mismo en el versículo 44 nos explica “y el que vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos”.
 Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no deben ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser un servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos. “Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate de muchos”. Marcos 10-45.
El apóstol Juan (2Juan 7) sostiene “porque muchos engañadores han salido por e mundo, que no confiesan que Yahshúa  ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo”. Es decir que el engañador, que lleva embaucado con sus artimañas al mundo entero. En (1 Juan 5. 19) “Sabemos que somos hijos de Elohim, y el mundo entero está bajo el maligno”, en este sentido Satanás es el autor de la maldad, que peca desde el principio; el que ha introducido en este mundo el pecado, y por medio de pecado la muerte. Así, en (1 Juan 3. 8) nos dice: “el que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para eso apareció el Hijo de Elohim, para deshacer las obras del diablo”.  Y los individuos que gobiernan mal, desde cualquier trinchera, con una cultura de corrupción obedecen al diablo.
 
El Corazón del hombre corrupto taller de Satanás

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida.” (Proverbios 4:23).
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Elohim” (Mateo 5:9.)
El espíritu moderno se ríe del diablo como si fuera un mito y, niega lo mismo, su existencia y su poder sobre los hombres; tampoco acepta las enseñanzas de la Palabra Santa respecto al Mesías y la rendición por El efectuada
Es de constarse que el espíritu moderno, no es de Elohim, sino de Satanás. Nos tiene, sin cuidado el que éste opúsculo le complazca o deje de agradarle, porque los cristianos tomamos por autoridad del Mesías y las doctrinas apostólicas y hallamos tan excelente ésta base que no la cambiaríamos por ninguna idea de los tiempos actuales.
Con base en el folleto traducido del francés y editado por Wurtburg por el grabador de la Universidad, bajo el epígrafe: “Espejo espiritual de la conducta moral, en la cual toda personas deseosa de alcanzar la salvación puede contemplarse a sí misma, reconocer el estado de su alma y enderezar provechosamente sus pasos según las enseñanzas que de él se desprenden”.
Así; Elohim tiene establecido su reino en los creyentes y personas piadosas, morando en ellos como su templo, en vivificar, purificar, santificar y bendiciéndoles por Su poder divino de paz, de justicia, de gozo y de la vida Eterna. También, Satanás ha erigido su trono en los malvados, incrédulos e impíos. Este calificativo de “el Maligno”, obra en ellos la maldad, habitan en ellos y los hace infelices y eternamente desdichados y autor de todo pecado y de la esclavitud espiritual.
Las enseñanzas del evangelio de Yahshúa, en Mateo 13-25 nos dice; “pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue”. En este sentido el enemigo que siembra cizaña en medio del trigo es el diablo,  y se confirma en (Mateo 13:26): “Y cuando salió la hierba y dio su fruto, entonces apareció la cizaña”. En tal manera,  la cizaña se hace manifiesta; no podemos despreciarla, ni mucho menos negar su existencia; y ¿quién se atreverá a afirmar que nadie la sembró?
  El Mesías dijo a los impíos e incrédulos: “Vosotros sois  de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla: porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44).
El apóstol Pablo asegura en Efesios 6:12 que “porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldades en las regiones  celestiales”.  Satanás es un príncipe, un potentado, un espíritu que ejerce gran poder, adalid de las tinieblas de este mundo; y que existen espíritus malignos en el espacio, contra los cuales no es preciso pelar.
Considera el apóstol que Satanás es dios en este siglo, esto es, de los hombres malvados e impíos, quien han cegado su entendimiento para que no los alumbre la luz del evangelio de la gloria de Yahshúa, el cual es la imagen de Elohim (II cor. 4:4). Por lo tanto, el no creer en el evangelio del Mesías  resulta ser una ceguera diabólica.
En Efesios 2:2, Pablo establece  que Satanás obra en los hijos de la desobediencia, y que se hállanse muertos en sus delitos y pecados los impío, cuando viven conforme a la condición de este mundo, a merced del príncipe de la potestad del aire.
Así mismo, el apóstol Pedro (1Pedro 5:8); “Sed sobrio, velad; porque nuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar”, y advierte que Satanás es el adversario de los fieles y piadosos, sus enemigos y tentador, que nunca descansa para atrapar a la gente y convertirla en malévola. (l Pedro 5:9) nos convoca “al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismo padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo”. 
El apóstol Juan califica al engañador, que lleva embaucado con sus artimañas al mundo entero (2 Juan 7; l Juan 5:19). Es el autor de la maldad, que peca desde el principio; el que ha introducido en este mundo el pecado, y por medio del pecado la muerte (l Juan 3:8).
El apóstol Santiago emite el mensaje a los cristianos la señalar que “resistid al diablo y de vosotros huirá” (Santiago 4:7).
Así, Jesús dio potestad a Sus discípulos de echar fuera demonios, dotándolos de una fuerza que superaba a la del enemigo (Mateo 10:1; Lucas 9:1); y en la epístola a los Efesios 6:13, el apóstol Pablo indica la armadura de Dios junto con las armas ofensivas y defensivas mediante las cuales debemos luchar contra el diablo, y las cuales nos permiten resistirle y apagar todos los dardos encendidos del maligno espíritu (Efesios 6:16).
En este sentido, el autor del folleto sostiene que la doctrina de Yahshúa y de sus apóstoles no le cabe duda de que el corazón humano es templo de Elohim o bien es taller de Satanás, en otros términos; así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven y obran en los creyentes, Satanás reside en los impíos y los domina para hacer el mal.
En Corintios (6:9), la Palabra Santa expone: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Elohim? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones”. En el versículo 10 “ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Elohim”. De las funestas consecuencias y la paga del pecado, que son la espada, el juicio y la muerte, y que ira y enojo, tribulación y angustia; todo ser humano que hace lo malo (Romanos 2:8,9) serán enemigos de la verdad Evangélica.
En el Evangelio de Efesios se explica claramente que en el rostro vese dibujada la ligereza o frivolidad que no se inquieta por causa del pecado, que no tiene nada de ilícito, sino que regala con cuanto puede antojársele a un corazón depravado y se entrega a una vida disipada sin para miente en Elohim, en la eternidad y en el juicio. 
En tal corazón de maldad impera Satanás junto con su séquito, que son siete pecados radicales simbolizados por los siete animales.
El pavo real cuya larga cola de plumas con cambiantes de oro y azul se extiende en rueda, supera a todas las demás aves en orgullo y gracia, o a causa de riqueza, hermosura o altos puestos de honor, representa la soberbia, pecado que, debido a ciertos méritos, talentos todos, los cuales son favores inmerecidos de Elohim, induce a tantas personas a complacerse en sí mismo y envanecerse como si fuesen mejores que sus semejantes, y a tener en poco, depreciar y oprimir a los demás.
El macho cabrío, animal hediondo y lascivo, es imagen de la concupiscencia y de toda suerte de impurezas, mientras que el cerdo es símbolo de la intemperancia, dula, embriaguez y relajación.
El sapo, batracio que se alimenta de inmundicias, figura a la avaricia que impulsa a los hombres a codiciar con afán insaciable los bienes terrenales.
La serpiente que, envidiando la felicidad de nuestros primeros padres, los engaño y sedujo, es imagen fiel de la envidia, de la malignidad y de la falsedad.
El cero, conocido por su apetito desenfrenado e insaciable que come de todo, es figura del glotón que como con exceso y desordenadamente.
El tigre, una de las bestias más feroces y crueles, representa la ira y malicia que mueven a los hombres a cometer hechos característicos de tan feroces animales.
La tortuga, que se arrastra lentamente, recuerda la ociosidad y tibieza, vicios que privan al hombre de todo celo y de toda inclinación al bien.

Tal es el estado horroroso y lamentable del pecador que vive con arreglo y sujeción al espíritu que domina el siglo. ¡Oh, cuántos viven con aparente seguridad en esta miserable condición, como si no les amenazara peligro alguno! Pasan por cristianos, pero en verdad son siervos del pecado, esclavos de Lucifer, teniendo nombres de vivientes, están muertos. Como se explica en (Apocalipsis 3:1): “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus  de Dio, y las siete estrellas me dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, estás muerto”.
Si descubres en ti la maldad, arrepiéntete de ella. No te entregues a la desesperación, sino confiésalo ingenuamente y vuélvete a Yahshúa. El es tu Salvador, lo mismo que él de otros; ha venido a este mundo para salvarte a ti y ampararte, deseoso de destruir las obras del diablo, de rescatarte del poder de aquel tirano y trasladarte a Su reino, el reino del amado Hijo de Elohim. Así, (Col.1:13) afirma “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. Él puede infundir fuerzas para que dejes de ser súbdito de Satanás y siervo del pecado. Él puede, Mesías Yahshúa, ponerte en libertad y cuando Él te liberta, eres verdaderamente libre. Busca con todo tu corazón al verdadero Hijo de Elohim, Mesías Yahshúa.

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