La perturbación represora y violenta de Eruviel Ávila
Utiliza
la fuerza del Estado y a grupos paramilitares de Antorcha Popular,
para
reprimir y organizar la violencia
La
ley es letra muerta para conservar el monopolio a cualquier precio “sangriento”
Por:
Rosa María González Macedonio
Eruviel Ávila Villegas |
El gobierno del Estado
de México arma, financia y protege, con todo el aparato de justicia y cuerpos
policiacos a grupos paramilitares de Antorcha Popular para justificar la
represión sangrienta, fomentar la violencia y el terror contra la población y
transportistas con el objetivo de boicotear movimientos sociales que repudian
el fraude electoral del priísta Enrique Peña Nieto.
La práctica común más
aberrante de quienes ostentan el poder en la entidad mexiquense reside, en un
supuesto orden de derecho, para justificar su método de violencia como una
forma de volver a sus orígenes de hombres bárbaros y aflorar su entendimiento
de que son los hombres del salvajismo priísta moderno.
Sin duda alguna, los
hechos sangrientos recientes en el Estado de México provocado por grupos
paramilitares del PRI en el municipio de San Vicente Chicoloapan y extendida la
ola de violencia, miedo, pánico y terror a los municipios de Chimalhuacán, Los
Reyes La Paz, Valle de Chalco, Ixtapaluca y Nezahualcóyotl, son para boicotear
la participación de la sociedad civil que repudian el fraude electoral de
Enrique Peña Nieto.
La “siembra” de la
muerte de dos personas y varios heridos del grupo criminal de Antorcha Popular,
en el enfrentamiento del pasado 5 de septiembre en el municipio de San Vicente
Chicoloapan, es parte de la dinámica
violenta contra grupos contrarios y “obligar” tras un linchamiento al gobierno
para que aplique la ley contra sus adversarios, mientras ellos gozan de total
impunidad a la represión armada que desatan contra la población.
En el Estado de México
los gobernantes imponen una cultura de la arbitrariedad utilizando los cuerpos
violentos para ejercer de manera justifica la represión contra el pueblo,
actitud tan repugnante y exclusiva del gobierno salvaje, que aún no comprenden
el arte de gobernar con tolerancia, diálogo, armonía y en total orden.
Los estereotipos
violentos que manejó el grupo paramilitar del PRI para justificar la represión
sangrienta “son idénticos a las ciudades bárbaras, quienes por medio de hechos
criminales sometían a sus caprichos personales las voluntades de los pueblos”.
Dicho canibalismo tiene sus orígenes con significaciones de “comer” carne
humana, gobernantes con deformación comparada con los caníbales a través de
rituales, para garantizar el derrame de sangre de gente inocente.
El perfil de Eruviel
Ávila son en términos de su ignorancia e incomprensión, en sus “ritos” – al
propio estilo de ritos satánicos-, en cuyo contexto gobierna de manera
aberrante humana y sus complicaciones de utilizar los aparatos represivos para
justificar la violencia sangrienta por medio de grupos paramilitares del PRI.
Su gobierno represor
refleja el estereotipo del “barbarismo” moderno y el “mito” colonial de su
cultura para dirigir los destinos de millones de mexiquenses, y que sin duda
las “esperanzas” del progreso irán al abismo.
Jesús Tolentino Román |
Los colonizadores
españoles, expandieron por los pueblos conquistados las peores formas de
esclavitud legal, tal y como lo hizo con los indígenas del antiguo pueblo de
México, necesitaban pueblos fáciles de dominar, por medio de la espada y
mosquetón, se convirtieron en un imperio del mal, idolátrico y pagano que
abrigó todas las expresiones y perversiones de la violencia.
Con cuchillo y pistola,
los conquistadores marcaron la herencia en nuestros pueblos, hoy a diferencia
de la absoluta herejía del gobierno del Estado de México, actúan como
verdaderos salvajes para someter a la población indefensa, son feroces en la
aplicación del estado de derecho, fomentan el paganismo e inmorales de la
“democracia” que constituyen una muy buena justificación de la dominación y
represión al propio estilo del “barbarismo salvaje”.
En la novela Casa de
Campo, de José Donoso, se hace una metáfora de la dictadura chilena de los años
setenta. El autor coloca a los antropófagos – la clase política en el poder-,
para representar lo grotesco y lo externo culturalmente y así, funcionó la
forma de legalizar la represión sangrienta, buscando el chivo expiatorio. Aquí,
en la vida real, el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas,
justifica su estado emocional de sujetos “bárbaros” – grupos armados de
antorcha campesina- para garantizar la violencia.
Max Weber, en su obra
“El Político y el científico”, sostiene “el estado, como todas las asociaciones
políticas que históricamente lo ha presidido, es una relación de dominación de
hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es
decir, desde el estado es vista como tal). Para subsistir necesita, por lo
tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretende tener quienes en ese
momento dominan”.
Los gobernantes que
fingen ser “democráticas”, con sus prácticas violentas para someter al pueblo,
definen que “el estado es la única fuente del derecho a la violencia”.
Sociológicamente, explica Max Weber “la violencia no es, naturalmente, ni el
único medio de que el estado se vale, pero sí es un medio específico para
conservar de manera autoritaria el poder”.
Sin embargo, los tiempos
reclaman otro tipo de relación estado-sociedad, y rechaza de manera automática
la violencia – ya sea legalizada a través del estado de derecho -, y que no
puede estar por los encimas de los intereses de los gobernados, porque la
violencia de estado genera el terror entre los gobernados y abre las puertas a
la anarquía, al grado de debilitar las instituciones, la democracia y el
federalismo que puede traer como consecuencia en “movimientos guerrilleros” que
arrojan la destrucción del estado mismo,
tal como si se volviera al pasado de barbarismo y salvajismo.
Antorchistas siembran muertos para justificar su violencia |
Lo trágico de esta
práctica antijurídica es la impunidad de que goza los grupos violentos del
PRI-Gobierno, como Antorcha Popular (en otros estados de la república se
denomina Antorcha Campesina). “El gobierno de Eruviel Ávila Villegas ha
demostrado su enorme creatividad para violar la ley o escamotear su aplicación cuando
ésta favorece a sus contrarios; tampoco escapan a esa creatividad regla, compromisos
o pactos para generar violencia contra la sociedad”, afirmó el analista
político Pedro Castillo Ruiz.
De tal forma, señaló que
“el sistemático y cotidiano quebrantamiento al orden jurídico que realiza el
gobierno debe inquietarnos y hasta dónde es real el imperio de la ley, hasta
proteger a los verdaderos responsables de Antorcha Popular”. Además, indicó “hay
otro aspecto que también debemos tomar en cuenta es aquéllos que le permite al
gobierno violar la ley, escamotearla, amañarla y aplicarla a su entero arbitrio
y conveniencia”.
En el Estado de México,
la ley es letra muerte cuando así lo disponen las fuerzas dominantes. Esto nos
indica que la ley se somete al imperio del poder. Esto es, el Derecho está
subordinado a la fuerza que tiene organizada la violencia sangrienta. El
responsable directo, sin duda, es Eruviel Ávila Villegas y su partido el PRI,
para imponer la ley del terror y el pánico.
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