lunes, 10 de septiembre de 2012

Barbarismo salvaje del PRI-Gobierno en el Estado de México


La perturbación represora y violenta de Eruviel Ávila

Utiliza la fuerza del Estado y a grupos paramilitares de Antorcha Popular,
para reprimir y organizar la violencia

La ley es letra muerta para conservar el monopolio a cualquier precio “sangriento”

Por: Rosa María González Macedonio

Eruviel Ávila Villegas
El gobierno del Estado de México arma, financia y protege, con todo el aparato de justicia y cuerpos policiacos a grupos paramilitares de Antorcha Popular para justificar la represión sangrienta, fomentar la violencia y el terror contra la población y transportistas con el objetivo de boicotear movimientos sociales que repudian el fraude electoral del priísta Enrique Peña Nieto.
La práctica común más aberrante de quienes ostentan el poder en la entidad mexiquense reside, en un supuesto orden de derecho, para justificar su método de violencia como una forma de volver a sus orígenes de hombres bárbaros y aflorar su entendimiento de que son los hombres del salvajismo priísta moderno.
Sin duda alguna, los hechos sangrientos recientes en el Estado de México provocado por grupos paramilitares del PRI en el municipio de San Vicente Chicoloapan y extendida la ola de violencia, miedo, pánico y terror a los municipios de Chimalhuacán, Los Reyes La Paz, Valle de Chalco, Ixtapaluca y Nezahualcóyotl, son para boicotear la participación de la sociedad civil que repudian el fraude electoral de Enrique Peña Nieto.
La “siembra” de la muerte de dos personas y varios heridos del grupo criminal de Antorcha Popular, en el enfrentamiento del pasado 5 de septiembre en el municipio de San Vicente Chicoloapan,   es parte de la dinámica violenta contra grupos contrarios y “obligar” tras un linchamiento al gobierno para que aplique la ley contra sus adversarios, mientras ellos gozan de total impunidad a la represión armada que desatan contra la población.    
En el Estado de México los gobernantes imponen una cultura de la arbitrariedad utilizando los cuerpos violentos para ejercer de manera justifica la represión contra el pueblo, actitud tan repugnante y exclusiva del gobierno salvaje, que aún no comprenden el arte de gobernar con tolerancia, diálogo, armonía y en total orden.
Los estereotipos violentos que manejó el grupo paramilitar del PRI para justificar la represión sangrienta “son idénticos a las ciudades bárbaras, quienes por medio de hechos criminales sometían a sus caprichos personales las voluntades de los pueblos”. Dicho canibalismo tiene sus orígenes con significaciones de “comer” carne humana, gobernantes con deformación comparada con los caníbales a través de rituales, para garantizar el derrame de sangre de gente inocente.
El perfil de Eruviel Ávila son en términos de su ignorancia e incomprensión, en sus “ritos” – al propio estilo de ritos satánicos-, en cuyo contexto gobierna de manera aberrante humana y sus complicaciones de utilizar los aparatos represivos para justificar la violencia sangrienta por medio de grupos paramilitares del PRI.
Su gobierno represor refleja el estereotipo del “barbarismo” moderno y el “mito” colonial de su cultura para dirigir los destinos de millones de mexiquenses, y que sin duda las “esperanzas” del progreso irán al abismo.
Jesús Tolentino Román
Los colonizadores españoles, expandieron por los pueblos conquistados las peores formas de esclavitud legal, tal y como lo hizo con los indígenas del antiguo pueblo de México, necesitaban pueblos fáciles de dominar, por medio de la espada y mosquetón, se convirtieron en un imperio del mal, idolátrico y pagano que abrigó todas las expresiones y perversiones de la violencia.
Con cuchillo y pistola, los conquistadores marcaron la herencia en nuestros pueblos, hoy a diferencia de la absoluta herejía del gobierno del Estado de México, actúan como verdaderos salvajes para someter a la población indefensa, son feroces en la aplicación del estado de derecho, fomentan el paganismo e inmorales de la “democracia” que constituyen una muy buena justificación de la dominación y represión al propio estilo del “barbarismo salvaje”.
En la novela Casa de Campo, de José Donoso, se hace una metáfora de la dictadura chilena de los años setenta. El autor coloca a los antropófagos – la clase política en el poder-, para representar lo grotesco y lo externo culturalmente y así, funcionó la forma de legalizar la represión sangrienta, buscando el chivo expiatorio. Aquí, en la vida real, el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas, justifica su estado emocional de sujetos “bárbaros” – grupos armados de antorcha campesina- para garantizar la violencia.
Max Weber, en su obra “El Político y el científico”, sostiene “el estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente lo ha presidido, es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima (es decir, desde el estado es vista como tal). Para subsistir necesita, por lo tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretende tener quienes en ese momento dominan”.
Los gobernantes que fingen ser “democráticas”, con sus prácticas violentas para someter al pueblo, definen que “el estado es la única fuente del derecho a la violencia”. Sociológicamente, explica Max Weber “la violencia no es, naturalmente, ni el único medio de que el estado se vale, pero sí es un medio específico para conservar de manera autoritaria el poder”.
Sin embargo, los tiempos reclaman otro tipo de relación estado-sociedad, y rechaza de manera automática la violencia – ya sea legalizada a través del estado de derecho -, y que no puede estar por los encimas de los intereses de los gobernados, porque la violencia de estado genera el terror entre los gobernados y abre las puertas a la anarquía, al grado de debilitar las instituciones, la democracia y el federalismo que puede traer como consecuencia en “movimientos guerrilleros” que arrojan la destrucción del estado  mismo, tal como si se volviera al pasado de barbarismo y salvajismo.
Antorchistas siembran muertos
para justificar su violencia
Lo trágico de esta práctica antijurídica es la impunidad de que goza los grupos violentos del PRI-Gobierno, como Antorcha Popular (en otros estados de la república se denomina Antorcha Campesina). “El gobierno de Eruviel Ávila Villegas ha demostrado su enorme creatividad para violar la ley o escamotear su aplicación cuando ésta favorece a sus contrarios; tampoco escapan a esa creatividad regla, compromisos o pactos para generar violencia contra la sociedad”, afirmó el analista político Pedro Castillo Ruiz.
De tal forma, señaló que “el sistemático y cotidiano quebrantamiento al orden jurídico que realiza el gobierno debe inquietarnos y hasta dónde es real el imperio de la ley, hasta proteger a los verdaderos responsables de Antorcha Popular”. Además, indicó “hay otro aspecto que también debemos tomar en cuenta es aquéllos que le permite al gobierno violar la ley, escamotearla, amañarla y aplicarla a su entero arbitrio y conveniencia”.
En el Estado de México, la ley es letra muerte cuando así lo disponen las fuerzas dominantes. Esto nos indica que la ley se somete al imperio del poder. Esto es, el Derecho está subordinado a la fuerza que tiene organizada la violencia sangrienta. El responsable directo, sin duda, es Eruviel Ávila Villegas y su partido el PRI, para imponer la ley del terror y el pánico.

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