lunes, 29 de noviembre de 2021

El narcotráfico, legado del PRI-AN, estrategia para frenar y asfixiar al presidente AMLO y a Morena

 *   La lucha por el poder en México, un diseño del capitalismo salvaje y del PRI-AN, para intentar regresar al poder  y lograr el control absoluto del Estado, son responsables de la "guerra civil" que padece el país.
 

 Por: Rey Néquiz Villalba

Guerra civil por el control del narco en México

          La ola de violencia que vive hoy México es el reflejo de los intereses creados por las bandas criminales del narcotráfico que fueron el legado por más de 89 años de un régimen autoritario, represivo y criminal; los 77 que duró el PRI en el poder presidencial y el PAN con 12, estrategia mafiosa de la ultra derecha que pretende asfixiar al presidente Andrés Manuel López Obrador.   

    El crimen que azota al país es responsabilidad absoluta de la mafia política del PRIAN-PRD, ellos desde el poder financiaron y protegieron a sus socios del narcotráfico a cambio de obtener dinero sucio para financiar sus campañas políticas, ya  no puede ser aceptada como arma legítima por esas corrientes ideológicas ni de opinión de aquellos que perdieron el poder presidencial, y de cometer acciones tan viles, crueles y detestables que deterioran la vida social del pueblo de México.

         En México está latente el peligro de que caigamos en este inercia fatal de la violencia asesina, provocada por la disputa por el poder político, administrativo y económico de los institutos políticos de la ultra derecha PRIAN-PRD, fecundada sobre el organigrama del poder y de la apasionada militancia partidaria, quienes han permeado al estado sus bandas del narcotráfico, mentes criminales que buscan regresar al poder.

      Cuando el narcotráfico invadió el rubro de la política, los problemas crecieron enormemente, se incrementó el predominio de la mano dura desde el gobierno y de la intransigencia metodológica para conservar el poder, hace tres años lo perdieron. Así, el camino de la violencia no resuelve, ni siquiera garantiza por mucho tiempo los privilegios desmesurados de los poderosos económicamente que saquearon el patrimonio de los mexicanos.

Criminales y socios del narcotráfico
         La violencia, desde entonces, se extendió a las calles, la investigación de las razones que envenenaron la raíz del problema  y que dispara al hombre a transitar, así enfermo, ciego, enloquecido por los caminos que conducen al mal, el eco milenario de la mafia  oculta y que promovió la soberbia y sin remordimiento su crueldad asesina  contra el pueblo. Hasta hoy, los regímenes del PRI-AN dejaron más de un millón de crímenes entre bandas rivales y una lucha contra el gobierno, es un latigazo de inquietud, asombro y desconcierto.

            En una sociedad donde no se castiga el crimen, éste se reproduce vertiginosamente, y cuando un gobierno federal y estatal lo toleran, el asesinato como una manera de presionar políticamente, como lo hicieron desde el poder el PRI-AN mafioso, y se otorga impunidad a quienes lo ordenaban, en las controversias políticas tienden a resolverse de esta manera, para linchar al que ostenta el poder a fin de hacerlo  responsable  y debilitar su imagen ante la sociedad.

          Con este esquema de la violencia, los responsables de dicha sombra tenebrosa, en México se vive ya la inercia asesina, una guerra civil provocada y financiada por los cárteles de la droga, al permitirles el PRI-AN, que ostentaron 89 años del poder presidencial, para que los narcotraficantes invadieran la política y se apoderan de las esferas más importantes del Estado, el problema creció y ahora su combate se vuelve más difícil.  

            La violencia sorda y sucia, que proyectaron los regímenes del PRI-AN sobre la sociedad es del todo amenazante y que se manifiesta en todos los rincones del país en el robo, el asalto, el secuestro, el asesinato de hombres y mujeres sin biografía, contrabando,  el atropello, el tráfico de órganos y enervantes; está presente, que constante horroriza, en la noticia se describe este fango y relata sus consecuencias que satura y desata la angustia, la indefensión, el miedo y la inseguridad de toda la sociedad.

         En México la transición política del PAN, en los años 2000 y 2012, despertó esperanza en la mayoría de los mexicanos que tenían un hartazgo del poder del narcotráfico, crímenes e impunidad, desde el 2000, pasó por una pertinaz plaga de inseguridad y violencia avalada por el mismo gobierno.

         El sexenio del Vicente Fox Quesada justificó los problemas violentos por los que atresaba México y vapuleado por la monarquía de la  ultra derecha neoliberal que afectó al 80 por ciento de los mexicanos en lo político y económico, quienes actualmente sobreviven en la pobreza extrema y sin oportunidades de desarrollo.

          Tanto Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña formaron parte de las organizaciones criminales agazapadas en sus partidos políticos, y que operan desde hace tres años un complot maquiavélico contra la administración de Andrés Manuel López y la figura del partido de Morena,  por dejar sólo al gobierno en su enfrentamiento con el crimen organizado.

Los responsables de la violencia


      Las mafias de los partidos políticos distintas a Morena y al presidente de la República, Andrés Manuel López, buscan por medio de sus “huestes criminales” crear un clima de pánico y de histeria colectiva con el fin de que sea más difícil para el jefe del ejecutivo federal emprender su labor de rescate de las instituciones que favorezcan a la población y al desarrollo competitivo del país.

     Diversos analistas sostienen que el narcotráfico, crimen e impunidad en los gobiernos del PRI-AN forma parte del flagelo cotidiano y que se diseñó para que no fuese erradicado, hoy es una amenaza con extenderse y enquistarse en todos lo ámbitos del quehacer social y político, en una constante que es la prolongación de la ola delincuencial que se evidenció a partir del último año de gobierno del ex presidente Carlos Salinas de Gortari y del PRI.

      Hay una total falta de escrúpulos de quienes están al frente de este proyecto desestabilizador, como lo confirma la ola de violencia que azota a México que ponen a prueba la capacidad de respuesta del reciente gobierno federal.

          Es previsible que esta estrategia induzca como propósito obligar a López Obrador a que actué con mano dura, en cuyo escenario de ingobernabilidad no hay distinción entre delincuentes que se enriquecen con sus ilícitos, quienes con el amparo de algunas autoridades que deberían de combatir la inseguridad pública están vinculadas hasta ofrecerles total impunidad, y actos de corrupción.

        No se debe de olvidar que durante el régimen del PRI, el estado fue infiltrado por las bandas de delincuentes, al punto de que aquella autoridad protegió y estimuló la secuela del narcotráfico hasta convertirla en una violencia programada: la muerte del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, el asesinato del Secretario General del tricolor, Francisco Ruiz y del cardenal Posadas, los 43 estudiantes de Ayotzinapa, entre otras muertes de estado.

        La industria de la delincuencia organizada y asociada a los del PRI-AN-PRD-MC que han enfrentado desde hace tres años al gobierno federal de Andrés Manuel López, entre otras cosas, es una estrategia para detener, asfixiar y tratar de reventar al gobierno de Morena.

El Ejército protector
       Desde sus trincheras, donde son poder los priístas, panistas y del MC promueven y provocan con malos, despóticos y autoritarios gobiernos la descomposición social para hacer culpable a Morena como al gobierno de López Obrador de la inseguridad y la violencia que vive el país.

           Frecuentemente, como arma política del PRI y sus aliados, soslayan que el clima imperante de la violencia sangrienta es un clima político y con una sociedad rehén de las versiones tendenciosas y partidistas, con el objetivo de desprestigiar a Morena y con mentiras perversas como lo han hecho desde su creación, para tratar de llegar de nueva cuenta al poder presidencial.

          De ahí, que a la transición política del 2000 con el PAN, tras una dictadura del PRI por 71 años y más 6 con Peña Nieto -2012-2018-, es parte de la herencia de la barbarie política y del carácter violento de las mafias del narcotráfico que reclaman sus cuotas de poder que los regímenes anteriores ya habían marcado en diversos territorios, y que a tres años AMLO desconoce. Pero, el escenario que se vive en el país es el resultado de la política nefasta que impuso el capitalismo salvaje que devora a los pueblo del mundo y, en especial, México.

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